DICIEMBRE: LOS DAÑOS PROVOCADOS POR EL TERREMOTO DE 1829

DICIEMBRE: LOS DAÑOS PROVOCADOS POR EL TERREMOTO DE 1829

AHME, sig. H-105-36 Ver enlace


H105-36 portada

En 1829 la tierra tembló con fuerza causando un gran desastre en la comarca de la Vega Baja del Segura, donde estaba situado el epicentro, y poblaciones de alrededor. En esta zona confluyen varias fallas (Bajo Segura, Torremendo, San Miguel de Salinas, Torrevieja y Guardamar). Si bien la actividad sísmica de la zona es moderada, no es menos cierto que ha habido varios episodios de terremotos de bastante intensidad.

El más grave de ellos fue el que se produjo el 21 de marzo de 1829, el mayor ocurrido en el sureste de la Península Ibérica al menos en los últimos 1000 años[1]. El ingeniero Larramendi fue el encargado de hacer el informe técnico de reconstrucción de las ciudades que con mayor virulencia sufrieron el terremoto: Almoradí, Benejúzar, Formentera del Segura, Torrelamata y Torrevieja a las que aconsejaba levantar de nueva planta, tal fue su estado de ruina. Pero, como ya hemos dicho, hubo otras poblaciones cercanas que también sufrieron importantes pérdidas, nuestra localidad entre ellas.

Este año, en que la Vega Baja del Segura ha padecido otro envite de la naturaleza bajo la forma de una DANA, no queremos acabarlo sin recordar un aniversario, el 190 concretamente, del fatídico terremoto que asoló la Vega Baja y que tantos daños provocó en nuestra población. Por eso hemos escogido como “Documento del mes” un expediente que lleva por título: Terremotos. Copia del expediente instruido para averiguar los daños ocasionados por los mismos en los edificios que se citan y justiprecio para su pronta reparación[2], tal y como consta en la carpetilla escrita por Pedro Ibarra al que perteneció este documento.

El 21 de marzo de 1829 por la tarde tuvo lugar el terremoto y a mediados de abril, fecha en que el expediente se cerró, todavía se sentían temblores de menor intensidad. Por el estado de ruina en que habían quedado muchos edificios, los seísmos continuados podían provocar su destrucción total. Uno de esos edificios afectados fue el del Ayuntamiento, por eso el cabildo extraordinario donde se tomaron todos estos acuerdos para conocer el valor de los daños se celebró en el Cuartel de Caballería.

El cabildo acordó que el maestro de obras de la Academia de San Carlos de la ciudad de Alicante, Marcos Arques, realizase un informe de los principales edificios de la ciudad amenazados de ruina que necesitaran una urgente reparación y su coste, como son: las Casas Capitulares, la torre del Reloj, el puente de Santa Teresa, las iglesias de Santa María, El Salvador, San Juan y el convento y la iglesia de San José. La información se obtendría de los curas y prelados correspondientes y, además, del alcalde pedáneo de San Francisco de Asís y de los diputados de los partidos del Molar, Carrizal, La Hoya y Beniay, los más cercanos al Saladar y por tanto al epicentro, que tenían que presentar una lista de las casas destruidas.

En este informe, en el que colaboró el maestro de obras del Ayuntamiento de Elche, Jaime de Agueda, se hace una descripción de los deterioros sufridos por estos edificios, algunos de tanta importancia como el arco toral de Santa María, la media naranja de El Salvador o la torre de la campana de San Juan, además de numerosos quebrantos en el resto de edificios, como la torre del convento de la Merced que quedó herida de gravedad. Los gastos de reparación total de estos edificios sumaban 521.800 reales de vellón.

Además de los edificios principales de la ciudad, el informe adjunta una relación de todas las casas que en la población han sufrido daño. Esta relación es nominal, en un principio expresada por el nombre de las calles y luego únicamente por los propietarios de casas afectadas, haciendo constar si la casa estaba derruida completamente, si tenía daños y, finalmente, si había muerto alguna caballería aplastada por el derrumbe.

El resultado final de daños manifestado en el informe, incluyendo las partidas rurales de San Francisco de Asís y La Hoya, suma un total de 25 casas totalmente destruidas y 119 con daños graves, entre las que llama la atención el elevado número de casas destruidas en la partida rural de San Francisco de Asís, un total de 17.

Los síndicos —siguiendo el informe— indicaron al vicario foráneo que, atendiendo al estado amenazador de ruina que tenía la iglesia parroquial de Santa María desde el prebisterio hasta su puerta principal, no permitiera el paso de gentes y no se oficiara en dicho recinto, únicamente en el transcoro y en la capilla de la Comunión para evitar cualquier desgracia, ya que continuaban los terremotos. En cuanto a El Salvador se acordó que se cerrase la iglesia y se trasladase la celebración de oficios divinos a la ermita del Hospital.

Una vez calculados los daños y la cuantía económica a que ascendía su reparación, el expediente acaba con la necesidad de solicitar ayuda económica al rey Fernando VII para la restauración de los daños especificados en el informe, como se hizo con posterioridad. No conocemos el proceso de arreglo de los edificios, pero sí que algunos de ellos lo pagaron caro. Es el caso de la torre del campanario del convento de la Merced de Santa Lucía que años más tarde, a causa del deterioro, tuvo que sufrir el derribo de dos cuerpos superiores.

[1]  Martínez Solares, JM; Batlló Ortiz, J. “Terremotos de la Vega Baja del Segura”. En: Física de la Tierra, 29 (2017), pp. 121-134.

[2] AHME. Colección de Pedro Ibarra. 1829. Terremotos. Copia del expediente instruido para averiguar los daños ocasionados por los mismos en los edificios que se citan y justiprecio para su pronta reparación. Sign.: H 105 nº 36.