UNA CIUDAD PARA VIVIR

Historia de la ciudad

Elche remonta sus orígenes a los primeros asentamientos que se ubicaron cerca del río Vinalopó, aprovechando tanto sus beneficios hídricos como la situación geográfica que les permitía conectar con el mar y con las tierras del interior.

Desde el periodo Calcolítico (III milenio a. C.) son numerosos los poblados que permiten evaluar la importancia geográfica y estrategia de estas tierras, participando en la evolución de la Cultura Campaniforme. La importancia de este poblamiento se vio también correspondida durante la Edad del Bronce y la Cultura del Argar, en un largo proceso continuo de desarrollo tecnológico y de aprovechamiento del medio que culminará en la Edad del Hierro con la Cultura Ibérica.

El Mundo Ibérico en el territorio de Elche ha aportado notables vestigios del esplendor de este periodo histórico en la península Ibérica, desarrollando costumbres y procesos culturales permeables a los estímulos e influencias mediterráneas, que contribuyeron a construir su propia identidad e idiosincrasia cultural.

El desarrollo social, político y económico de la Ilici ibérica no pasó desapercibido a la expansión de Roma por el Mediterráneo, que inició el proceso de fundación de una colonia a mediados del siglo I a. C. y que culminará durante el gobierno del emperador Augusto. La Colonia Iulia Ilici Augusta ostentará el derecho latino (ius italicum) y se erigirá como una de las ciudades más importantes del sureste peninsular. Su importancia perdurará hasta el periodo tardorromano, quedando reflejada con posterioridad al ser una de las ciudades incluidas en el Tratado de Tudmir (713).

Tras un periodo de ocupación del territorio mediante un poblamiento disperso en alquerías, en el siglo X los orígenes de la actual ciudad de Elche comenzaron a emerger en la medina islámica de Ils, dando paso al esplendor de la ciudad medieval que construirá un sistema de regadío y de explotación del medio hoy reconocido como Patrimonio de la Humanidad: El palmeral de Elche.

El crisol de culturas formado por judíos, musulmanes y cristinos contribuyó notablemente al desarrollo de la ciudad amurallada de Elche, aún visible en algunos de los monumentos que forman parte de su núcleo histórico.

El Tratado de Elche (1305) y el privilegio de anexión (1308) harán que la ciudad se incorpore de manera definitiva a la Corona de Aragón, como parte del Reino de Valencia. Fue durante el periodo medieval cuando Elche construirá uno de sus mayores tesoros culturales y uno de sus rasgos identitarios más universales: El Misteri d’Elx, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.

Las transformaciones económicas y sociales que se fueron desarrollando en la Elche medieval y en su tránsito a la Edad Moderna, se vieron convulsionados con la expulsión de los moriscos en 1609. Posteriormente, la producción agraria de la ciudad y los usos industriales producirán un auge económico que se mantendrá creciente en los siglos sucesivos.

La concesión del título de ciudad en 1871 a cargo del monarca Amadeo I de Saboya, supuso el paso de villa a ciudad para una población de apenas 20.000 habitantes, que mostraba leves síntomas de iniciar su proceso de industrialización y transformación de estructuras productivas, en las que llegará a destacar la industria del calzado